Mi Romería
Por Diego Manové Martín
En una de las mejores romerías de los últimos tiempos, al menos para el que suscribe esta columna, parece que no pueden faltar, tristemente, los accidentes. Algunos quedan en la categoría de anécdota y nos hacen reír, pero otros ya revisten mayor gravedad. Hay que recordar que lo importante es pasárselo bien sin luego tener que lamentar nada. Desgraciadamente, muchas personas no pueden celebrar esto último.
Precisamente el sábado hubo dos accidentes: en el primero unos temerarios y bebidos conductores a manos de un charret le dieron un porrazo al coche de la Guardia Civil. Vino el furgón e hicieron la prueba de la alcoholemia y les pidieron los papeles y el seguro del vehículo. Aunque testigos afirman que los jóvenes se quedaron blancos del susto, esta es una de esas anécdotas que al final resultan graciosas y quedan para el recuerdo. Como muestra de esto que comento es la explicación dada por algunos: el mulo era de Sevilla y, al ver un coche del Betis (el de la Guardia Civil) no pudo evitar pensar en futuros derbis y fue a por él para calentar ya el ambiente de la próxima temporada.
Sin embargo, otros accidentes se recordarán pero por la gravedad de lo sucedido: un chaval que estaba subido en el caballo vio cómo el animal se desbocaba al ser azuzado con una vara. Al desafortunado jinete se le quedó el pie en el estribo y se dio con los codos en el suelo hasta el punto de que se partió uno de ellos en tres trozos.
También el alcohol y el botellón, con las consabidas consecuencias, tuvo su protagonismo en la fiesta: el sábado por la tarde le pegaron aquí, en la plazoleta, donde la gente consumía alcohol, a un chaval de Valverde porque saludó a una chica que estaba con otro y, por lo que se ve, eso sentó mal a los agresores: le dieron una paliza entre tres.
Son acontecimientos graves que no deberían producirse porque consiguen empañar la fiesta. El caso es que, en general y olvidando estos desafortunados accidentes, esta ha sido una de las mejores romerías que he vivido en la localidad. La gente, el domigo, volvía más triste porque se acababa la fiesta.
Por Diego Manové Martín
En una de las mejores romerías de los últimos tiempos, al menos para el que suscribe esta columna, parece que no pueden faltar, tristemente, los accidentes. Algunos quedan en la categoría de anécdota y nos hacen reír, pero otros ya revisten mayor gravedad. Hay que recordar que lo importante es pasárselo bien sin luego tener que lamentar nada. Desgraciadamente, muchas personas no pueden celebrar esto último.
Precisamente el sábado hubo dos accidentes: en el primero unos temerarios y bebidos conductores a manos de un charret le dieron un porrazo al coche de la Guardia Civil. Vino el furgón e hicieron la prueba de la alcoholemia y les pidieron los papeles y el seguro del vehículo. Aunque testigos afirman que los jóvenes se quedaron blancos del susto, esta es una de esas anécdotas que al final resultan graciosas y quedan para el recuerdo. Como muestra de esto que comento es la explicación dada por algunos: el mulo era de Sevilla y, al ver un coche del Betis (el de la Guardia Civil) no pudo evitar pensar en futuros derbis y fue a por él para calentar ya el ambiente de la próxima temporada.
Sin embargo, otros accidentes se recordarán pero por la gravedad de lo sucedido: un chaval que estaba subido en el caballo vio cómo el animal se desbocaba al ser azuzado con una vara. Al desafortunado jinete se le quedó el pie en el estribo y se dio con los codos en el suelo hasta el punto de que se partió uno de ellos en tres trozos.
También el alcohol y el botellón, con las consabidas consecuencias, tuvo su protagonismo en la fiesta: el sábado por la tarde le pegaron aquí, en la plazoleta, donde la gente consumía alcohol, a un chaval de Valverde porque saludó a una chica que estaba con otro y, por lo que se ve, eso sentó mal a los agresores: le dieron una paliza entre tres.
Son acontecimientos graves que no deberían producirse porque consiguen empañar la fiesta. El caso es que, en general y olvidando estos desafortunados accidentes, esta ha sido una de las mejores romerías que he vivido en la localidad. La gente, el domigo, volvía más triste porque se acababa la fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario